sábado, 21 de febrero de 2009

Cactuslandia.

Tomando una cerveza con Jorge, un gran amigo que había conocido en Villa Gesell en unas vacaciones hermosas juntos a hermosos amigos, me contó de su viaje a un mundo divino. Relató detalle a detalle su travesía a ese lugar paradisíaco, lleno de solidaridad, compasión, paciencia, fé. Un lugar donde las personas eran similares por fuera, y totalmente diferentes por dentro. Sus corazones, eran verdes, porque nunca maduraban, siempre estaban dispuestos a cosas nuevas, a aprender y enseñar día a día, porque siempre estaban llenos de esperanza . Una esperanza cristalina como el agua de un oasis en el desierto donde se encontraba Cactuslandia. Un sitio en donde la bondad sobrepasaba las fronteras de la razón, un lugar donde el sentimiento y la piel se unían en uno solo.
Lo miré fijamente, y pude ver reflejado en sus ojos las blancas arenas de las playas de cactuslandia, y pude dificultosamente diferenciar la línea qué allá, lejos en el horizonte, separaba al cielo y el mar. Todo lucía resplandiente y pulcro, todo era tan perfecto.
Me sonrió, y con una mirada cómplice, me estiro su mano como invitándome a sujetarla. Fijo su mirada en la mía y me dijo : ¿ Querés ir?. Yo acepté sin dudarlo.
De pronto sentí que mi corazón latía a mil por hora, mientras el me decía que en cactuslandia todo era tan natural, todo era color de verde. Lentamente empezamos a bajar la velocidad, yo no tenía mucha idea de lo que nos estaba sucediendo. Y de repente nos encontramos frente a una gran entrada con un cartel que decía: bienvenidos a Cactuslandia. Pude observar que el suelo se encontraba recubierto de espinas. Ahora entendía el porqué del nombre del lugar. Levantando la su cabeza hacia el sol, me dijo con una pequeña sonrisa: " Cactuslandia es un paraíso terrenal, al que muchos llegan y pocos entran, un lugar aptos para personas que han tenido los pies sobre la tierra, y que después de tanto tiempo de tenerlos, han logrado acostumbrarlos a las espinas. Un lugar donde no existen las dudas ni las expectativas ni las preocupaciones, ni los horarios de oficina. Un sitio mágico e inigualable, hecho para aquellos que realmente se lo merecen". Eso sonaba lógico, pero como podía mi querido amigo Jorge ingresar ahí. Mientras vacilaba, mi compañero se adelantó responder mi inquietud. " Yo soy un espíritu libre, que ha viajado por todo el mundo y los mundos, que ha tenido los pies sobre la tierra, el sol y la luna. Que ha conocido las profundidades de los mares y el calor de un volcán en erupción"
Ese fue el día en que conocí a mi amigo Jorge.

1 comentario:

Giovv dijo...

copado que te guste! :)
sos muy buena onda, jeje. un beso!